viernes, 24 de diciembre de 2010

Nada peor que la gente que no tiene voluntad para cumplir sus propias promesas. Nada más desagradable para mí, que una persona que te dice, que te promete, que no lo va a hacer, y después lo hace a tus espaldas.

Porque vos y yo teníamos un trato, ¿te acordás? Vos me juraste que ibas a dejar de hacerlo. Más que por mí, era por vos. Y por más que no seamos los mismos de antes y no tengamos el mismo vínculo de siempre, ese juramento seguía en pie. Y era lo que nos unía.

Y, además, haya sido tu intención o no, me enteré. ¿Qué es lo que estás buscando? ¿Qué pretendés de mí? ¿Qué pretendés de tu vida?

Juro que estoy desconcertada, perdida. No comprendo cuál es tu juego, pero a mí la gente confusa no me cae muy bien.

Vos ya me conocés, y por eso no entiendo porqué hiciste lo que hiciste, ¿de qué te sirve? ¿Cómo pensabas que iba a reaccionar yo?

Te estás equivocando. Vas por mal camino.

Pero eso ya no es algo que me incumba, porque ya no nos une nada. Ni siquiera esa promesa, porque vos no supiste cumplirla.



No hay comentarios:

Publicar un comentario