
Mil perdones
¿Nunca te pasó que amaste , y ésa persona que vos creías que te amaba; te lastimó? ¿Te pasó que te pidió perdón, lo aceptaste, creíste que había cambiado y te lo volvió a hacer? ¿Alguna vez, como una tonta, volviste a confiar y le dijiste que lo amabas, le entregaste todo y a él, no le importó? Simplemente, te lo volvió a hacer.
Y cuando te enteraste, vino con la cola entre las patas, diciéndote que no volvería a pasar. Obviamente, te dio bronca; lo odiaste. En realidad, creíste que lo odiabas, que lo ibas a olvidar. Pero no pudiste, y terminaste perdonándolo, porque pensaste: “Ya tiene que haber cambiado. ¡Por favor que haya cambiado!”
Pero él (las cosas no cambian tan fácilmente), decidió que, frente a ella, no valías la pena y, simplemente, te reemplazó. “No me puedo controlar” se excusó, y una vez más te pidió mil perdones. Vos creíste que era la respuesta más tonta del universo entero y dijiste, dudosa, que se olvide de vos, prometiéndole que vos también lo ibas a olvidar.
Y ahora estás así, como yo, con unas ganas locas de besarlo, de perdonarlo; pero siempre recordando, con dolor, todo lo que te hizo (que fue suficiente) y pensando: “Si lo perdono, no va a cambiar. Mejor esperar a que eso pase…” Sin embargo, es obvio que estás segura de que no va a hacerlo…
Y escuchás atenta los consejos, de la gente que nunca pasó por esto, y te dice que es para tu bien olvidarlo (cosa que es muy difícil), que no se merece estar con vos, que no te dejes pisotear por personas así… ¡Qué fácil es decirlo, cuando nunca estuvieron en tu lugar!
Probablemente, si todo esto te pasó, él sigue insistiéndote. Te dice que te ama, que cambió, que no va a pasar nunca más, que sos todo en su vida… Bla, bla, bla.
Pero, ¡claro que no te pasó! No hay otra tarada como yo, que perdone tantas veces a una persona que nunca entendió lo que es amar.
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