Dejá de hacerte el que te importo. Espero no volver a caer en tu trampa, espero no tener que seguir sufriendo por vos.
Dejame en paz. Por un tiempo, por lo menos. Dejame aclarar qué me pasa, qué quiero con vos.
¿Cuál es la necesidad de seguir insistiendo, si te sabés de memoria lo que voy a responderte? ¿Por qué razón no me dejás tiempo para pensar? ¿Será porque tenés miedo? ¿Miedo a qué? ¿A perderme?
¿Por qué será que no pensás antes de actuar? Porque, por si no sabías, todo lo que pasó, pasó porque no tenés conciencia de tus actos, y… así estamos: distanciados, peleados, con ganas de volver.
¿Sabés qué voy a hacer? Voy a sacarte de mi mente, voy a borrar todos los recuerdos nuestros, y te voy a olvidar por completo; eso merecés. Y no me voy a arrepentir como hasta ahora, no. Esta vez voy a ser fuerte, y voy a renunciar a cada oportunidad que tenga para darte un beso, y voy a resistir la tentación de abrazarte, de decirte que te amo.
Además, haceme un gran favor: olvidate de mí. Ya no quiero que me digas que me amás, si después te olvidás de todas tus promesas y me traicionás, ¿para qué quiero yo esa clase de amor? Luego buscás la excusa perfecta para decirle a una tonta como yo, ésa de las que se creen todo, ¿viste? Y te resulta muy fácil, porque sabés convencer muy bien, y te sale perfecto eso de engañar, y volver “arrepentido”, aunque los dos sabemos muy bien que lo volverías a hacer.
No digo más nada ¿te parece que hace falta que te aclare mejor lo que yo quiero? Si es así, te lo voy a decir: QUIERO QUE TE ALEJES DE MÍ PARA SIEMPRE, quiero que me dejes volar alto, y crecer, quiero que aprendas de tu error, quiero que puedas cambiar y que otra disfrute lo que yo no pude.
No te pongas triste, si esto pasó fue porque tenía que pasar. Es verdad, pudiste haberlo evitado, pero ya es tarde para eso; no se puede corregir lo incorregible.
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